Oh Virgen Santísima, movidos por la dolorosa incertidumbre que experimentamos al elegir lo verdadero y lo bueno, nos arrojamos a tus pies y te invocamos bajo el dulce título de Nuestra Señora del Buen Consejo.
Te suplicamos que vengas en nuestra ayuda en este momento de nuestra estancia en el mundo, cuando las tinieblas gemelas del error y del mal traman nuestra ruina, extraviando las mentes y los corazones.
Oh Sede de la Sabiduría y Estrella del Mar, ilumina a las víctimas de la duda y del error para que no se dejen seducir por el mal disfrazado de bien; fortalécelas contra las fuerzas hostiles y corruptoras de la pasión y del pecado.
Madre del Buen Consejo, obtén para nosotros de tu Divino Hijo el amor a la virtud y la fuerza para elegir, en situaciones dudosas y difíciles, el camino conveniente para nuestra salvación. Así, sostenidos por tu mano, caminaremos sin daño por las sendas que nos enseñan la palabra y el ejemplo de Jesús, Nuestro Salvador, siguiendo al Hijo de la Verdad y de la Justicia en libertad y seguridad por el campo de batalla de la vida bajo la guía de tu Estrella maternal, hasta que por fin lleguemos al puerto de la salvación para gozar contigo de una paz sin límites y eterna.
+Amén
(por el Papa Pío XII ~ 23 de enero de 1953)
Por la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María
Por todas las necesidades de los cruzados, espirituales y temporales
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