Oh glorioso descendiente de los reyes de Judá, heredero de las virtudes de todos los Patriarcas, justo y feliz San José, escucha mi oración. Tú eres mi glorioso protector, y serás siempre, después de Jesús y María, el objeto de mi más profunda veneración y confianza. Tú eres el más oculto, aunque el más grande de los Santos, y eres particularmente el patrón de los que sirven a Dios con pureza y fervor. En unión de todos los que siempre te han sido más devotos, me dedico ahora a tu servicio; suplicándote, por amor a Jesucristo, que me concedió amarte y obedecerte como a un hijo, que te conviertas en padre para mí, y obtengas un respeto filial, una confianza y un amor de hijo hacia ti.
Oh Poderoso Abogado, cuya intercesión, como asegura Santa Teresa, nunca ha faltado, dígnate interceder por mí ahora implorando para mí las intenciones de esta novena:
(Menciona aquí tus intenciones)
Preséntame, gran Santo, a la adorable Trinidad, con la que tuviste tan gloriosa e íntima correspondencia. Obtén que nunca borre por el pecado la Sagrada Imagen según Aquél a cuya semejanza fui creado. Ruega por mí para que mi Divino Redentor encienda en mi corazón y en todos los corazones el fuego de Su Amor, e infunda en él las virtudes de su adorable Infancia: su pureza, sencillez, obediencia y humildad.
Obtén también para mí una viva devoción a tu Virgen Esposa, y protégeme tan poderosamente en la vida y en la muerte, que pueda tener la felicidad de morir, como tú, en la amistad de mi Creador y bajo la protección inmediata de la Madre de Dios.
+Amén
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