Oh Virgen Inmaculada María, Madre de Nuestro Señor Jesús y Madre nuestra, penetrados de la más viva confianza en tu intercesión omnipotente e infalible, manifestada tantas veces a través de la Medalla Milagrosa, nosotros, tus hijos amorosos y confiados, te imploramos que nos obtengas las gracias y los favores que pedimos durante esta Novena, si son beneficiosos para nuestras almas inmortales y para las almas por las que rezamos.
[Aquí se formulan en privado sus peticiones].
Tú sabes, oh María, cuántas veces nuestras almas han sido los santuarios de tu Hijo, que odia la iniquidad. Obtén para nosotros, pues, un profundo odio al pecado y esa pureza de corazón que nos apegue sólo a Dios, para que cada uno de nuestros pensamientos, palabras y obras tienda a su mayor gloria. Consíguenos también un espíritu de oración y abnegación para que recuperemos con la penitencia lo que hemos perdido con el pecado y lleguemos por fin a esa bendita morada donde eres la Reina de los Ángeles y de los hombres. Amén.
Oh María, concebida sin pecado, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
*Por la conversión de los pobres pecadores,
*Por el triunfo del Corazón Inmaculado
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