ORACIONES DEVOTÍSIMAS AL ESPÍRITU SANTO

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Ven, ¡oh Espíritu divino, consolador de las almas atribuladas, alegría de los corazones,
alivio de toda aflicción! Ven, ¡oh santificador de los pecadores, maestro de los
humildes, Padre compasivo de los huérfanos, fortaleza de los flacos, refrigerio de los
pobres! Ven, y penetra en lo profundo de mi espíritu con la fuerza de tu gracia. Sostén
mi flaqueza con tu brazo omnipotente. Enciende con tu santísimo fuego mi tibieza.
Hiere mi corazón con una centella de tu suavísima caridad. Dame que pueda gustar
una gota de tu celestial dulzura, en tal manera que ya me causen náuseas todos los
deleites del sentido, y nada más codicie sino gozar los del Espíritu Santo. Amén.
(San Agustín: Manual)

ORACIÓN PARA INVOCAR LA GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO


Oh amor divino y comunicación santa del eterno Padre y de su Hijo benditísimo; Espíritu poderoso y consolador clementísimo de todos los afligidos, penetrad con vuestra virtud lo más íntimo de mis entrañas, y con vuestra luz alumbrad mi tenebroso corazón. Regadle, que está seco, con el riego de vuestra gracia, para que fructifique; heridle con las saetas de vuestro amor, y abrasadle con vuestras saludables llamas, para que encendido todo lo más íntimo de mi alma y de mi cuerpo con vuestro fuego, se derrita y transforme en Vos. Beba yo de aquel río caudaloso de vuestra dulzura, para que dé de mano a todos los gustos venenosos de este mundo. Juzgad mi causa, y apartadme de la gente no santa, y enseñadme a hacer vuestra voluntad, pues sois mi Dios. Bien sé que consagráis el alma, en que Vos habitáis, en templo y morada delPadre y del Hijo, 
 y por tanto es bienaventurado el que os tiene por huésped, porque juntamente el Padre y el Hijo moran con él.
Venid ya, venid, benignísimo consolador del alma afligida, y defensor y ayudador cierto y oportuno en la tribulación. Venid, santificador de los pecadores, médico de los enfermos, fortaleza de los flacos, esfuerzo de los caídos, maestro de los humildes, espanto de los soberbios, padre piadoso de los huérfanos, juez justo de las viudas, remedio de los pobres, alivio de los cansados. Venid, norte de los que navegan, y puerto seguro de los que han dado al través. Venid, Señor, venid a mi alma, Vos que sois única esperanza de todos los que viven, y verdadera vida de todos los que mueren. Venid, santísimo Espíritu, venid y apiadaos de mí, conformad mi espíritu con vuestro espíritu, y mi pequeñez con vuestra grandeza; sustentad mi flaqueza con vuestro brazo poderoso, para que yo os sirva y os agrade por Jesucristo mi Salvador.
Amén.
(San Agustín: Meditaciones, traducción del P. Rivadeneira)

 

ORACIÓN PARA PEDIR LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO


Omnipotente y sempiterno Dios, que os habéis dignado adoptarme por hijo vuestro en
el sacramento del Bautismo, concededme el perdón de mis pecados en el tribunal de
la Penitencia, y hacedme sentar a vuestra mesa para alimentarme con el Pan de los
ángeles; poned el colmo a vuestros beneficios. Concededme el espíritu de la sabiduría,
para que pueda despreciar las cosas perecederas de este mundo y amar los bienes
eternos del otro; el espíritu de entendimiento, que me ilumine y me haga conocer a
fondo la Religión; el espíritu de consejo, que me haga buscar con esmero los medios
más seguros de agradar a Dios y llegar al cielo; el espíritu de fortaleza, que me haga
vencer animosamente todos los obstáculos que se opongan a mi salvación; el espíritu
de ciencia, que me instruya en los caminos del Señor; el espíritu de piedad, con el cual
encuentre suave y amable el servicio de Dios, un respeto mezclado de amor, y me haga
temer el ofenderle. Señaladme por vuestra misericordia con la señal de los discípulos
de Jesucristo, destinados a la vida eterna, y haced que, llevando la cruz en la frente, la
lleve también en mi corazón, y que confesándoos francamente delante de los
hombres, merezca ser contado algún día en el número de vuestros escogidos. Amén.  

 

ORACIÓN PARA PEDIR LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO


Espíritu Santo, amor eterno del Padre y del Hijo, dignaos concederme el fruto de
caridad, que me una a Vos por medio del amor, y el fruto de alegría, que me llene de
una santa consolación; el fruto de paz, que produzca en mí la tranquilidad de la
conciencia; el fruto de benignidad, que me incline a socorrer las necesidades de mi
prójimo; el fruto de bondad, que me haga benéfico para con todos; el fruto de
longanimidad, que me sostenga sin impacientarme en medio de las contradicciones; el
fruto de mansedumbre, que me haga soportar tranquilamente todo cuanto haya de
molesto en el prójimo; el fruto de fe, que me penetre de respeto y amor por la palabra
de Dios; el fruto de modestia, que ordene todo mi exterior, y el fruto de continencia,
que conserve mi cuerpo en la santidad, a fin de que permaneciendo siempre puro mi
corazón en la tierra, merezca veros eternamente en la mansión de vuestra gloria.
Amén.

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