NOVENA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

NOVENA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

ADVERTENCIA

En uno de los días de la Novena se ha de confesar y comulgar, con la mayor preparación y disposición que fuere posible. Otro día que podrá ser el Viernes que cayere durante la Novena, será bien ayunar o hacer alguna mortificación señalada, dar limosna a algún pobre, visitar enfermos y encarcelados, o hacer alguna obra de caridad en honor de San Miguel.

Todos los días, en honra de los Santos Angeles, se ha de proponer alguna virtud en que ellos se señalaron, para esmerarse en su guarda, sobre todo, en la pureza de cuerpo y alma, que es virtud propiamente angélica.

Con el mismo cuidado se ha de andar para evitar con deliberación toda culpa, no sólo mortal, sino también venial, procurando abstenerse de toda distracción y trato con las criaturas, para darse más enteramente al Señor de todas ellas.

También se ha de tener cuidado de destinar algunos ratos para ocuparse en la lectura de libros espirituales, especialmente de aquéllos que tratan de las excelencias de los Santos Angeles y de su Príncipe San Miguel.

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DIA PRIMERO

Puesto de rodillas ante algún altar o imagen de San Miguel Arcángel levantando el corazón a Dios, que en todas partes está presente, haciéndole una profunda reverencia de espíritu y ofreciendo todas sus oraciones, palabras y pensamientos, a mayor gloria suya, honra de la Virgen María y reverencia de San Miguel Arcángel y de todos los Angeles y Santos del Cielo, hará la señal de la Cruz ; y habiéndose santiguado, dirá de corazón: Señor mío Jesucristo, etc.

ORACION

¡Dios y Señor de los Angeles, a quienes encomendáis la guarda de los hombres ! Ofrézcoos los merecimientos de estos soberanos Espíritus y los del Príncipe de los Angeles, San Miguel, que por sí y por medio de sus Ministros guarda el linaje humano, para que me guardéis de todo pecado, me concedáis una pureza angélica y otorguéis lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra.—Amén.

Aquí se rezará nueve veces el Padrenuestro y Avemaria, en honra de los nueve Coros de los Angeles y de su Príncipe San Miguel Arcángel: después la Oración siguiente para obligar más al Santo.

ORACION

¡Gloriosísimo Príncipe de la Corte del Cielo y excelentísimo San Miguel Arcángel, grande y primer Ministro de Dios, amigo de Jesucristo y muy favorecido de su Santísima Madre, defensor de la Iglesia y abogado de los hombres! Pues tanto favorecéis a vuestros devotos, haced que yo os sepa amar y servir, alcanzadme del Señor lo que deseo y pido en esta Novena, a mayor honra y gloria suya y provecho de mi alma.

Aquí, con la mayor confianza y devoción que se pudiere, pedirá cada uno al Santo Arcángel la gracia o favor que desea alcanzar en la Novena.

ORACION

¡Omnipotente y Sempiterno Dios, que por tu suma clemencia elegiste para la salud de los hombres al gloriosísimo Príncipe de tu Iglesia, San Miguel Arcángel! Concédenos que por su intercesión y eficaz auxilio merezcamos ahora ser defendidos de todos nuestros enemigos y en la hora de nuestra muerte seamos libres y presentados benignamente ante el trono de tu Majestad excelsa.—Amén.

DIA SEGUNDO

Este día, como todos los demás siguientes de la Novena, se ha de hacer y decir lo mismo que en el primero, variando sólo la Oración del Coro angélico, que le corresponde cada día.

ORACION

¡Dios y Señor de los Arcángeles, a quienes encomendáis los negocios gravísimos de vuestra Gloria! Ofrézcoos los merecimientos de estos nobilísimos Espíritus y los de San Miguel Arcángel, que defendió vuestra honra y gloria contra Lucifer y sus Angeles para que yo busque en todas las cosas vuestra mayor gloria y me déis lo que pido en esta Novena.—Amén.

DIA TERCERO

¡Dios y Señor de los principados a quienes encomendáis la guarda de los Reinos! Ofrézcoos los merecimientos de estos excelentísimos Espíritus y los del Príncipe de la Milicia Celestial, San Miguel, Guarda mayor de todos los reinos cristianos, para que guardéis la república de mis sentidos y potencias de todo desorden y desobediencia a vuestras leyes divinas y me concedáis lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra.—Amén.

DIA CUARTO

¡Dios y Señor de las Potestades, que tienen especial poder para refrenar los demonios! Ofrézcoos los merecimientos de estos poderosísimos Espíritus y los de vuestro siervo San Miguel Arcángel, que alcanzó de los demonios la mayor victoria y con la misma felicidad pelea continuamente ontra ellos en favor de los hombres, para que me defendáis de todas las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne y me deis lo que pido en esta Novena a mayor honra y gloria vuestra.—Amén.

DIA QUINTO

¡Dios y Señor de las Virtudes, por las cuales hacéis milagros propios de vuestro soberano poder, gobernando la naturaleza, para que os sirva a vuestra gloria ! Ofrézcoos los merecimientos de estos prodigiosos Espíritus y los de San Miguel, principal instrumento de todas las maravillas que se hacen en el mundo, para que me concedáis que vencidas las malas inclinaciones de mi corrompida naturaleza, conserve y aumente vuestra gracia y consiga lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra.—Amén.

DIA SEXTO

¡Dios y Señor de las Dominaciones, que presiden a los Coros inferiores y son Ministros de vuestra Providencia! Ofrézcoos los merecimientos de estos eminentísimos Espíritus y los de vuestro primer Ministro San Miguel, Prepósito del Paraíso, para que me concedáis perfecto señorío sobre mis pasiones y perfecta obediencia a todos mis superiores y la gracia que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra.—Amén.

DIA SEPTIMO

¡Dios y Señor de los Tronos, en quien descansáis como en Trono de vuestra gloria y os sentáis como en Tribunal de Justicia ! Ofrézcoos los merecimientos de estos altísimos Espíritus y los de San Miguel Arcángel, Trono de vuestra grandeza y Ministro supremo de vuestra Justicia, para que me concedáis que yo me juzgue a mí mismo con rigor, para ser después juzgado con piedad y consiga lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra.—Amén.

DIA OCTAVO

¡Dios y Señor de los Querubines, que están adornados de perfectísima sabiduría! Ofrézcoos los merecimientos de estos sapientísimos Espíritus y los de San Miguel, Príncipe de los sabios del Cielo, por quien enseñáis a vuestra Iglesia las verdades que necesita saber, para que me enseñéis a temeros y amaros, que es la mayor sabiduría y me concedáis lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra. — Amén.

DIA NOVENO

¡Dios y Señor de los Serafines, que se abrasan en vuestro amor ! Ofrézcoos los merecimientos de estos ardentísimos Espíritus y los de vuestro amado y amante San Miguel, para que yo os ame a Vos, único Dios y Señor mío, sobre todas las cosas, con toda el alma, con todo el corazón y con todas las fuerzas y para que me concedáis lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra.—Amén.

ORACION

¡Oh soberano Arcángel! ¡Oh excelentísimo Príncipe de la Corte del Cielo! ¿Quién no os será muy devoto desde hoy si así favorecéis a vuestros devotos? ¿Quién no os servirá con mucho cuidado, si de esta manera pagáis los servicios que os hacen? Mas para que yo os ame, basta saber el amor que me tenéis, al que no puedo corresponder con igual amor: para que os sirva no es necesario prometerme nuevos favores : con los pasados, me tenéis más obligado de lo que podré jamás purgar ni reconocer. Pero ya que no puedo con obras responder a tantas mercedes, recibid palabras y afectos. ¡Gracias os doy oh excelso y sublime Espíritu! porque defendisteis la honra y gloria de mi Señor Jesucristo y por todos los servicios que en toda la vida le hicisteis a Él y a su Santísima Madre. Gracias os doy por el Angel que habéis destinado para mi guarda y por los otros beneficios generales y particulares que por Vos mismo o por medio de vuestros Angeles me habéis hecho, los cuales no conozco bastantemente en esta vida, ni los puedo agradecer y por eso pido y suplico al Angel de mi guarda, que en mi nombre os los agradezca y juntamente los que habéis hecho a todo el linaje humano y principalmente a la Santa Iglesia, de que yo soy miembro.

Gozóme de todos los privilegios, gracias, prerrogativas, dignidades y dones naturales y  sobrenaturales con que el Señor os ha honrado y enriquecido; y doy al Señor eternas gracias por ellos porque así quiso exaltaros y haceros su privado y favorecido entre todos los Angeles. Defendedme ¡oh valerosísimo Capitán de los ejércitos de Dios! Enviad en mi socorro vuestros soldados, para que me defiendan de los demonios y no me rinda a sus combates y tentaciones.

Mandad a vuestros Angeles que me guíen para que no ande en el error, que me alumbren para que no camine ciego y que pongan sus manos para que no tropiecen mis pies en el camino peligroso de esta vida. Asistid con vuestros Angeles a mi muerte y alcanzadme del Señor contrición verdadera de mis culpas, para que presentada mí alma ante vuestro Tribunal, merezca ser presentada por vuestras manos ante el Trono de la Santísima Trinidad y entrar en la posesión de la gloria, donde alabe al Señor para siempre y os dé perpetuas gracias de haber conseguido con vuestra intercesión la Bienaventuranza.— Amén.

GOZOS A SAN MIGUEL ARCANGEL

Pues en la Corte del Cielo

Gozáis tan altos blasones,

Dad a nuestros corazones,

Arcángel Miguel, consuelo.

 

De la escuadra Celestial

sois el primer coronel,

Que al atrevido Luzbel

Venciste en guerra campal,

Echando al fuego infernal

Su rabia y furioso anhelo;

 

Dad a, nuestros corazones,

Arcángel Miguel, consuelo.

 

Vos al hombre desterraste

Que profanó el Paraíso,

Bien que con piadoso aviso

Su enmienda solicitaste,

Pues con piedad le enseñaste

A llevar con pan su duelo;

 

Dad a nuestros corazones,

Arcángel Miguel, consuelo.

 

Vos al pueblo de Israel

Sacaste libre a buen puerto,

Y guiaste en el desierto,

Porque a Dios sirviese fiel,

Dándole por pan aquel

Maná, que bajó del Cielo;

 

Dad a nuestros corazones,

Arcángel Miguel, consuelo.

 

De la escuadra de María

Fuiste el Cabo principal,

Y Embajador especial,

De quien Cristo se valía,

Cuando a su Madre quería

Consolar acá en el suelo;

 

Dad a nuestros corazones,

Arcángel Miguel, consuelo.

 

Cuando Cristo en oración

Estaba en el Huerto triste,

Vos del Cielo le trajiste

El consuelo en su aflicción,

Dando alivio en la ocasión

De su mayor desconsuelo;

 

Dad a nuestros corazones,

Arcángel Miguel, consuelo.

 

Mucho aprecio en el juicio

De Dios tu virtud alcanza,

Pues te fía la balanza

Para hacer de Juez oficio,

Pesando virtud y vicio

Del grande y del pequeñuelo;

 

Dad a nuestros corazones,

Arcángel Miguel, consuelo

 

Las empresas más gloriosas

Fía Dios a tu destreza,

Y emplea tu fortaleza

En las más dificultosas,

Haces obras tan pasmosas

Que admiran la tierra y Cielo;

 

Dad a nuestros corazones,

Arcángel Miguel, consuelo

 

Abogado y Protector

De la Iglesia Militante,

Cuidas siempre vigilante

De darle auxilio y favor:

Y cuando el riesgo es mayor,

Tanto es mayor tu desvelo;

 

Dad a nuestros corazones,

Arcángel Miguel, consuelo.

 

Dad, pues, Arcángel glorioso

Aliento a nuestra esperanza,

Pues tenéis tanta privanza

Con el Todopoderoso,

Venga a todos presuroso

Vuestro favor en un vuelo;

 

Dad a nuestros corazones,

Arcángel Miguel, consuelo.

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